La lógica emocional es una rama de la psicología que fundó
Catherine Aimelet-Périssol a partir de los trabajos elaborados por Henri
Laborit sobre el cerebro.
¿Qué son las emociones?
Las emociones son un lenguaje. Cargadas de sentido con valor
biológico y psicológico, emociones como el miedo, la ira, la tristeza o la
alegría constituyen un lenguaje lógico y dotado de inteligencia que hay que
escuchar y entender para evitar que el lenguaje de nuestro arcaico cerebro
reptiliano (nuestro “cocodrilo”) sea quien nos domine. ¡Y tome entonces las riendas!
Las emociones tienen un lenguaje. Estrés, angustia,
agresividad, culpabilidad, dependencia, sensación de soledad, depresión... Con
este conjunto de malestares psicológicos, y aunque no seamos conscientes de
ello, las emociones se manifiestan primero y sobre todo a través del cuerpo,
por ejemplo mediante una bola en el estómago, un nudo en la garganta, dolores
de cabeza, tensión muscular, espasmos…
Las emociones, el origen de nuestra identidad. Conocer y
descifrar este lenguaje biológico que se manifiesta en el cuerpo, ya sea de
modo consciente o inconsciente, implica liberarse de la influencia de las
emociones sobre nuestras elecciones y oportunidades. Antes que intentar negar
las emociones, evitarlas, controlarlas o “administrarlas”, la lógica emocional propone
descifrar su mensaje. Las emociones son en realidad ese aliado que permite que
cada uno se reconcilie consigo mismo y con los demás, y pueda desplegar
libremente todo su potencial de pensamiento, palabra y acción.
¿Qué lógica siguen las emociones?
Una señal de alarma. Algo no va bien, pero no sabes qué es,
ni tampoco a qué se debe… El proceso emocional se desencadena como una señal
frente a una situación que el cerebro reptiliano interpreta como un peligro.
Esta señal de alarma que percibe el cuerpo desata una reacción que se encarga
de restablecer de inmediato el equilibrio biológico y, por ende, vital.
La lógica vital. En apariencia irracionales, emociones como
el miedo, la ira o la tristeza, con sus diversas y matizadas manifestaciones,
revelan un malestar interno. Respondemos a ellas con tres tipos de defensas, ya
sean físicas o psíquicas: la huida, la lucha o el repliegue en un mismo (hasta
la depresión…). Este mecanismo arcaico y automático, que se inspira en una
lógica vital, dice algo sobre nuestras necesidades y, aunque la mayor parte del
tiempo sea inconsciente, resulta natural e indispensable para nuestra
supervivencia, tanto como el sistema inmunitario.
Nuestra alianza interna.
Si no comprendemos este mensaje vital –en especial cuando el
mecanismo se desencadena sin peligro aparente– estaremos ocultando o haciendo
crecer esa realidad que deformamos. Nos juzgamos a nosotros mismos, ¡con lo que
sólo conseguimos darle otra vuelta de tuerca a nuestro sufrimiento! Nos
encontramos entonces prisioneros de nuestros recuerdos y “obviedades”,
controlados por el sistema límbico y el neocórtex, hijos menores de la
evolución. El camino consiste en alinear las partes del cerebro que tratan la
información de maneras tan dispares. Así es como podremos alcanzar una vida
completamente humana, responsable y libre.
Experimentar la lógica emocional
Usar la lógica emocional (LE) conlleva detenerse en ciertas
imágenes y enfocar para centrarse en los aspectos vitales que están en juego,
bajo los efectos de nuestras emociones y estados de ánimo. Se trata, por lo
tanto, de alcanzar un mayor grado de libertad y serenidad, tanto en nuestras
elecciones como en las relaciones con los demás.
Ralentizar. La LE permite volver a una situación anterior
para ralentizar un proceso psicocorporal que va tan rápido que la mayor parte
de las veces nos hace reaccionar sin que nos dé tiempo a percibir qué nos ha
hecho reaccionar ni a sentir de manera consciente los efectos sensoriales en
nuestro interior. Escuchar. Apoyándose en una situación concreta y descrita con
precisión, la LE nos permite escuchar su expresión emocional y discernir en
ella todo su valor biológico.
Ver. La LE también permite observar con plena conciencia los
hábitos de conducta que se han ido forjando día tras día en nuestro recorrido
emocional y que nos han permitido vivir hasta hoy en un equilibrio más o menos
costoso, y sin embargo vital.
Descubrir. La LE permite descubrir conductas alternativas
que reducen con total naturalidad el uso de los mecanismos reactivos de defensa
habituales, y nos liberan de la atadura existencial a la “única solución”
utilizada hasta entonces para satisfacer una necesidad vital y escapar del
sufrimiento.
¿Cómo nació la lógica emocional?
Catherine Aimelet-Périssol es médico y homeópata y tanto su
formación clínica como su experiencia le han permitido observar hasta qué punto
las emociones afectan a las enfermedades. Su comprensión del sufrimiento
psíquico y fisiológico le llevó a plantear la hipótesis de que, lejos de ser un
problema, las emociones son una solución.
Siguió los trabajos de Henri Laborit para formarse en
patología del estrés, y se dedicó a descifrar “el sentido oculto” de las
emociones, ese sentido bio-lógico que tiene el sentido psicológico de las
conductas con carga emocional. En 1990, decidió dedicarse a la psicoterapia,
disciplina para la que se ha centrado en aportar un estudio de autocura íntimo
y personificado.
Su formación, atenta siempre a los últimos avances en neurociencia,
se nutre de más de veinte años de práctica.
El Instituto de la Lógica Emocional
El Instituto de la Lógica Emocional (ILE) fue creado para
dar a conocer, difundir y transmitir esta formidable herramienta de autoayuda
que constituye la LE. Ofrece talleres de familiarización y cursillos de
desarrollo personal, así como planes de formación y seguimiento en lógica
emocional. Augustin de Livois