El perdón, tal como es enseñado en Un Curso de
Milagros, nos pide que nos volvamos conscientes de los sentimientos y de los
juicios que emergen cuando contemplamos cada uno de esos escenarios de ataque.
Nuestras reacciones nos indican las creencias que abrigamos acerca de nosotros
mismos como víctimas inocentes, y nuestros juicios acerca de los verdugos.
Se nos pide que en primer lugar reconozcamos esas
creencias y que entonces aprendamos a mirar más allá de las apariencias
externas hacia la verdadera fuente de nuestro sufrimiento, la cual no es otra
cosa sino una decisión en la mente de hacer que la separación sea real. El
perdón comienza tomando responsabilidad de esta elección y de sus efectos (sentirte
atacado y victimizado), sin culpar a nadie ni a nada externo a la mente.
Esto es lo que el Curso quiere decir con «…perdona al
Hijo de Dios por lo que no ha hecho» (T.17.III.1:5). Cualquier ataque que se
perciba, independientemente de la forma que pueda tomar, es siempre un reflejo
del ataque que se ha hecho sobre nuestra Identidad como Hijo de Dios eligiendo
la separación en la mente. Esto es cierto para nosotros y también lo es para
cualquier otro que percibamos sufriendo a manos de otros.
Aquí por “otros” entendemos ejércitos, virus, vecinos,
desastres naturales, etc. Nuestra responsabilidad como estudiantes del Curso es
reconocer en nosotros y en los demás el poder de la mente para elegir. Una vez
que hayamos hecho eso, es posible entonces reconocer que todos podemos usar el
mismo poder de la mente para hacer una elección diferente.
Mientras tanto, no neguemos nuestros pensamientos,
sentimientos y juicios acerca de la situación tal como la percibimos, para
poderlos llevar al Espíritu Santo, entonces nuestras mentes se liberan para ser
guiadas para actuar de la manera más amorosa
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