Dejar ir es una de las lecciones mas difíciles de
asimilar, porque siempre queremos tener lo que más deseamos: Ser amados con
reciprocidad, obtener los éxitos, logros, objetivos propuestos.
Cuando no conseguimos aquello que anhelamos viene la
frustración, la ansiedad, depresión, el dolor, la angustia, y todo lo demás.
Queremos que las personas y los eventos fluyan y sean
como a nosotros nos conviene, pero lamentablemente, así no es como funciona.
Muchas personas vienen, para enseñarnos lo que necesitamos y luego se van.
Dejar ir cuando se ama demasiado, como en el amor de
pareja es muy difícil y doloroso, eso sin contar con el apego, el ego, el orgullo,
el amor propio herido.
Cuando no somos amados con reciprocidad, es
imprescindible comprender que hay que liberar a ese ser que amamos, para que
encuentre su destino y sea feliz. Desear la felicidad del otro, antes que la de
una misma, eso, es amor verdadero e incondicional.
Desapegarnos sin resentimiento, sin luchar, aceptando lo
que hay, siendo consientes de que esa es nuestra realidad, pocas veces se logra
con facilidad.
Abrir nuestros brazos, para liberar a la persona amada. A
ese niño, para que vuele y camine por sus propios pies, viva experiencias,
cometas errores y aprenda de ellos, para que al final, sea un ser completo e
integro, es una ardua tarea, que conlleva desprendimiento y dolor, pero que es
indispensable hacer.
Todos en algún momento, nos enfrentamos a este suceso:
Dejar Ir, liberar, soltar, desapegarnos.
¿Como hacer, para curar esas heridas y desprendernos de
aquello que tanto amamos, pero que por las razones que sean, ya termino su
ciclo?
¿Como sanar el alma, cuando el sufrimiento es inmenso?
Es un proceso de introspección, de conectarnos con
nuestro ser interior.
Tener nuestro duelo, llorar nuestra inmensa perdida,
porque duele, duele demasiado. Solo el tiempo, el aceptar las cosas como son,
es lo único que puede ayudar, y entender que hay que dejar libre a lo que más
se ama.
No podemos cortarle las alas a nadie, eso no es sano y no
es amor. El amor verdadero es libre, y no puede estar sujeto a nuestra
voluntad.
Asimilar los fracasos, comprendernos y aceptarnos, porque
no se puede hacer más que desear la felicidad de ese otro ser.
En esta problematica también hay que tener en cuenta
nuestro amor propio herido. A veces solo es nuestro ego, el ser rechazados, el
aferrarnos con uñas y dientes a un imposible. Como entender la diferencia?
Escuchando nuestro corazón, conectándonos con nosotros
mismos, nuestra intuición. Nuestro Dios interior siempre sabe, y conoce todas
las respuestas, solo tenemos que escuchar.
Ver lo que en verdad es esencial, que nada tiene que ver
con lo material. Apreciar lo importante y trascendental desde el corazón, y
vivir en consecuencia.
Aprender la paciencia, la humildad, la tolerancia, a
sobreponerse a las pérdidas de toda índole. Son pruebas que tenemos que
sobrellevar.
Cuando el destino, nos convoca una y otra vez, tal vez,
ahí, lo que tenemos que hacer es: Vencer el miedo, arriesgarnos, ser valientes,
y buscar fortaleza de donde no tenemos.
Cada situación adversa a la que nos exponemos, tiene por
objeto hacernos crecer. En otros casos, el universo nos enfrenta a estos
eventos, porque es la única forma que hay, para que tomemos conciencia de los
cambios que tenemos que dar.
Aceptar lo evidente, porque de otra forma no podría ser,
no podríamos avanzar. En todo caso, fueron nuestras expectativas las que fueron
defraudadas. Es preciso aceptar y trabajar el desapego.
La felicidad aparece, pero a veces somos tan ciegos, que
no la vemos, y la dejamos pasar. Vivan, amen de verdad, con cada fibra de su
ser, luchen por lo que en verdad es importante, no le cierren las puertas al
amor, porque el amor, es lo que en definitiva, vale la pena vivir y ser
vivido con todo, y sus consecuencias.
Suzanne Powell
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